No molestar, creando

Después del ensayo

«Cada día, después de ensayar, me gusta quedarme a solas en el escenario y sumergirme en el silencio del teatro vacío…». Repetidamente descrito como uno de los trabajos más personales de Bergman, esta película para televisión se encuadra en una fértil etapa de madurez creativa, tras la escritura y dirección de la célebre “Fanny y Alexander” (1982), estrenada sólo dos años antes, y reúne muchas de las obsesiones de su autor (sexo, amor, muerte) en una suerte de eterno retorno nietzscheano.

El guión, redactado por Ingmar en su isla de Farb casi un lustro antes del rodaje, guarda también similitudes argumentales con este filme, como afirmare ya en el año 1986 Joan de Sagarra para el diario El País: «Si “Fanny y Alexander” finalizaba con la decisión de volver al teatro e interpretar “El sueño”, de Strindberg, “Después del ensayo” comienza precisamente, como indica el título, una hora después de terminado el ensayo de esa misma obra». Un director reflexiona en la sala sobre su pasado, presente y futuro con el concurso del fantasma de su examante y la hija de ésta, actriz en ciernes con la que juega a imaginar juntos una nueva vida para ambos que no arriba más allá del simulacro (metateatro).

La actual versión en cartel, su estreno mundial en castellano (fue montada sobre tablas previamente en catalán), interpretada por Emilio Gutiérrez Caba como alter ego del genio sueco, junto a Chusa Barbero (Raquel) y Rocío Peláez (Ana), ha sido firmada por Joaquín Hinojosa, que señala como objetivo principal la confección de un «instrumento verbal» fiel al texto original como materia prima para el hecho escénico. En el propio programa, su director, Juan José Afonso, indica entre las claves de la propuesta el resultar «una reflexión sobre la vida que no se quiere o no se puede vivir». Y tanto.

Álvaro Campos Suárez