No molestar, creando

(E)utopías

El ingenio creador de nuestros ancestros se manifestó de forma instintiva, ya fuere por motivaciones artísticas o de supervivencia. Resulta sugerente pensar que, desde el Paleolítico, el homo sapiens (y antes el neardental: véase el reciente hallazgo en Ardales), buscó reflejar sus deseos para hacerlos realidad a través de la pintura. Como si de un conjuro se tratara, plasmará ambiciosas cacerías con caballos y bisontes, valiéndose de los materiales del entorno. El «buen lugar» (eutopía) imaginado en el refugio-cueva.

En “Historia de las utopías”, de Lewis Mumford (Pepitas de calabaza ed.), se realiza un interesante recorrido por las representaciones ideales más imaginativas a lo largo de los siglos; partiendo de la República de Platón, la Utopía de Tomás Moro y la Cristianólopis de Johann Valentin Andrea, hasta los idola («mitos sociales») de la Casa Solariega o Coketown, entre otras referencias.

Porque en la vida, todo es soñar.