No molestar, creando

Soledades

  1. En un imprescindible documento audiovisual, accesible a través del portal Youtube, el inolvidable Ramón Gaya aborda a instancias del público, durante el transcurso de una conferencia en Madrid a finales de los ochenta, ciertos aspectos relativos al “decision-making process” del creador. ¿Cuál es el grado de influencia del entorno en la obra del artista? ¿Debe éste necesariamente aspirar a la mayor soledad a la hora de afrontar el hecho creativo? El murciano, pintor y poeta, entiende que sí y, sobre la primera cuestión, va aún más lejos: afirma que, aun sin quererlo, el círculo del futuro autor, especialmente sus allegados, tratará de obstaculizar la obra (yo añadiría: y por lo general de manera infructuosa, si hay rigor en la apuesta). El verdadero creador se transforma en demiurgo; isla única y absoluta en la nada.
  2. La soledad en el siglo XXI podría resultar en apariencia una quimera por el extraordinario grado de interconexión en el que nos hallamos. Hasta el punto de que han aparecido enfermedades de nuevo cuño por la dependencia tecnológica que fomenta nuestro mundo líquido, tan proclive a una simultaneidad que mueve miles de millones de dólares en transacciones financieras a golpe de click acogidas a estudios probabilísticos de matemáticos reciclados en brókers; muy lejos de la economía real del panadero de la esquina, que tanto olvidamos visitar. ¿Pueden conjugarse ambos mundos?
  3. Manejar realidad y ficción no es sólo asunto de escritores, sino de personas. Aprender a comunicarnos entre ávatars y figuras telemáticas debería servirnos para meditar sobre las relaciones intersubjetivas y acoger el universo virtual únicamente en cuanto herramienta al servicio de la sociedad. Porque sólo cara a cara, en la generosidad y el respeto mutuo, nos hacemos y vivimos. Como humanos.