Diario ABC – Poetas a pie de web
«Buda en el Bolshói», un libro intensamente original y rompedor que te hace temblar
MANUEL DE LA FUENTE (23/05/15)
Se llama Álvaro Campos y su editor Fernando Pessoa, así que imaginen ustedes lo que deseen imaginar. ¿Quién será, quién no será? Lo que sin duda es, es el poderío de «Buda en el Bolshoi» (Ed. En Huída), un poemario que impresiona por su personalidad y por su silenciosa pero subyugante manera de seducir y emocionar al lector.
-La Guerra de Irak, la retirada norteamericana, la CIA, el yihadismo… sólo faltan los actores de la Zeja y el «¡No a la guerra!».
-La nota del editor -«Fernando de Pessoa»- que precede al manuscrito intenta contextualizar un espacio propio en el que se entremezclan varios niveles: el real -nuestro mundo, violento y desigual-, el literario -la propuesta del libro en su conjunto- y el de la «ficción de la ficción», simbolizada en la acción del presidiario-autor de los poemas que, en un intento de escapar de sus días, recuenta sus deseos y memorias en un cuaderno.
-Por más vueltas que le doy y más veces que me leo su libro, no sé lo que pinta Buda en el Bolshoi. La verdad, no me imagino al místico gordito bailando.
-Buda marca el camino, un ascenso espiritual hacia la consecución del nirvana redentor desde el estado de privación absoluta de libertad en el que el poeta se halla. Y el Bolshói, desde su creación, ha representado la quintaesencia de la danza, practicada por los dos protagonistas del cuaderno (de los que, por cierto, se sabrá muy poco).
-Seamos serios y dejémonos de juegos literarios. ¿Qué pone en su pasaporte: Álvaro Campos o Fernando Pessoa?
-Vivimos en la UE, no creo que sea de importancia el visado… ¿o sí?
-Sin embargo, sus poemas no tienen nada de humorístico.
-Cierto, no es un libro precisamente cómico, aunque espero que pueda llegar a comunicar ciertas emociones. Me atrae mucho el concepto de justicia poética.
-En la solapa de su libro se dice que estudió en Oxford. Se encontraría cantidad de poetas.
-No crea, aunque si se refiere a los trovadores de barra…
-Tras la Guerra, unos cuantos españoles se ganaron la vida allí, y aquello está lleno de hispanistas. Es más, desde aquí parece que todos los ingleses, a pesar de la leyenda negra, o quizá por eso, son todos hispanistas.
-Como el recientemente fallecido -y poco recordado- Raymond Carr, que a los mandos del Nuffield College colaboró con el malagueño Muñoz Rojas en la renovación de las investigaciones sobre la historia contemporánea española.
-Ya puestos, ¿la poesía inglesa figura entre sus preferidas?
-Prefiero hablar de autores que de países: Blake, Keats, Lear… de Shakespeare me interesa más su obra como dramaturgo.
-«Y los amantes se abrazan a escondidas. Soterrados». Eso es lo que hicieron con la M-30, la carretera de circunvalación de Madrid, soterrarla. ¿Los amantes pueden soterrarse?
-A veces no tienen otra, como en el poema que menciona. Soy de los que cree que el amor verdadero, en su más amplio sentido, siempre triunfa.
-Quizá eso es algo de lo más bello de la poesía, que permite al buen poeta tirar, estirar las palabras, ponerlas del derecho y del revés.
-Sin duda, las posibilidades que ofrece la literatura son inmensurables. Pero ello no significa que valga cualquier cosa.
-La editorial que publica su libro se llama Ediciones en Huida. Más allá del 21%, ¿la cultura española está para salir corriendo?
-No lo veo así. Cada año surgen nuevos talentos y se consolidan otros. La cultura relevante es minoritaria. No sé si respondo a la pregunta.
-En las cárceles se han escrito buenos libros de poemas. ¿Se le ha pasado por la cabeza que podría sucederle a usted?
-Sí que he fantaseado con ello, y en parte este libro hace realidad mi sueño. Supongo que durante una larga condena, te llegas a abstraer de la propia vida.
-Hasta existe algún poeta, Marcos Ana, que se pasó media vida en ella, por ser comunista. O Miguel Hernández, claro.
-En el libro se recoge un poema («En las catacumbas») dedicado al Premio Nobel Wole Soyinka, al que encarcelaron en régimen de aislamiento durante más de dos años, sin juicio alguno, en la Guerra Civil nigeriana.
-Los agoreros dicen que a lo mejor mañana vuelven los comunistas. A Stalin no le gustaban los poetas. Es más, incluso creo que no le gustaban los comunistas.
-Liberté, égalité, fraternité… ¿le vale?
-Vale. Convénzame de que en un mundo como éste la poesía sigue siendo un arma cargada de futuro.
-«Para un poeta, no se trata nunca de decir que llueve. Se trata de… crear la lluvia» (Paul Valéry).
El portero de las nubes
A Luis Cernuda
Azul, gris, rojo. Tres colores
para una misma fantasía.
Al abrigo del ozono
y el nitrato de plata
las nubes descansan, tranquilas…
… como el reo en el corredor de la muerte…
Dormirán entre sollozos
hombre y nube evaporados.
(Fuente: Diario ABC)